Los dispositivos inalámbricos como los teléfonos móviles, ordenadores portátiles y tabletas se han vuelto tan omnipresentes que sería difícil imaginarse la vida sin ellos. Si bien es cierto que estos aparatos han revolucionado la manera de comunicarnos, también crean campos electromagnéticos como radiaciones no ionizantes que, cuando se emiten en niveles suficientes, pueden calentar los tejidos biológicos, según se desprende de varios estudios y reconoce la propia Unión Europea (UE). Diversos especialistas y algunas asociaciones ciudadanas han empezado a exigir más precaución con el uso del wi-fi y las nuevas tecnologías, especialmente en espacios públicos, como escuelas y hospitales.
La suma de dispositivos es lo que más preocupa, ya que una red wi-fi o un portátil no supone ningún problema, sino un montón funcionando a la vez.
La UE cuenta con un marco regulador vigente que limita la potencia emitida por dispositivos de telecomunicaciones móviles. Fabricantes y operadores de equipos de telecomunicaciones inalámbricas en la UE deben cumplir la Directiva 1999/5/CE , que establece un marco reglamentario para la puesta en el mercado, de libre circulación y la puesta en servicio en la UE de los equipos de radio y terminales de telecomunicaciones. Esta directiva incluye requisitos esenciales en materia de protección de la salud y la seguridad de los usuarios y el público.
Pero, ¿realmente hay fundamento para afirmar que los dispositivos inalámbricos son perjudiciales para la salud humana? La Organización Mundial de la Salud (OMS) sostiene que la principal consecuencia de la interacción entre la energía radioeléctrica y el cuerpo humano es el calentamiento de los tejidos. En el caso de las frecuencias utilizadas por los teléfonos móviles, la mayor parte de la energía es absorbida por la piel y otros tejidos superficiales, de modo que el aumento de temperatura en el cerebro o en otros órganos del cuerpo es insignificante.
¿Y qué ocurre con las redes wi-fi? La exposición del cerebro al teléfono móvil, como lo utilizamos más cerca de la cabeza, es mucho más alta que la de un router wi-fi o un portátil, la exposición a las radiaciones del wifi es más elevada por el ordenador que por el router, pero el portátil no lo utilizas al lado de la cabeza, sino a un metro o 60 centímetros del cuerpo, por lo que si la fuente de radiofrecuencia no está pegada a la cabeza, el nivel de exposición es muy bajo.
Los expertos recomiendan tomar algunas medidas de precaución, que se detallan a continuación:
- Alejar el teléfono de la cabeza, hablar con el manos libres o mandar mensajes de texto contribuye a minimizar la exposición a las radiaciones.
- Colocar el punto de acceso wi-fi por lo menos a un metro de lugares donde las personas suelen permanecer por más tiempo, como camas, mesas, sofás o zonas de juegos.
- La transferencia de grandes archivos de datos o streaming multimedia sólo debe realizarse cuando la conexión establecida entre el dispositivo portátil y el punto de acceso en una habitación es de buena calidad para evitar retransmisiones, que conducen a los ciclos de trabajo más altos y las exposiciones más altas.
- Es aconsejable que los consumidores adopten el uso de equipos terminales que implementan protocolos de telecomunicaciones con control de potencia. Cuando estos están disponibles, por ejemplo, ECO DECT en lugar de DECT.
- En los lugares donde se usa una conexión Wi-Fi con frecuencia la cobertura debe ser lo suficientemente buena.
- Los puntos de acceso deben estar apagados cuando no estén en uso, porque, incluso cuando no se utiliza la conexión wi-fi, el aparato envía señales de baliza sobre cada 102 metros.
- En espacios públicos es preferible instalar una sola red Wi-fi que de cobertura a todos los equipos o volver al antiguo sistema de internet por cable.