Teletrabajo, ¿la nueva normalidad?
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La reciente pandemia sanitaria por COVID-19 nos ha puesto ante un nuevo escenario en muchos aspectos.
Uno de ellos es el laboral, donde las empresas se han tenido que adaptar rápidamente a formas diferentes para desarrollar su actividad profesional. Una de estas formas, y que ha ocupado un lugar destacado, ha sido el trabajo a distancia.
Hace solo un par de años España estaba a la cola de desarrollo del teletrabajo en Europa con un 7,5% de la población que lo practicaba frente a un 13,5% de media en el continente. Por poner algunos ejemplos destacables, están los Países Bajos (14,0%), Finlandia (13,3%) y Luxemburgo (11,0%). Entre los trabajadores por cuenta propia, estos representan el 46,4% total en Finlandia, el 44,5% en Países Bajos y el 43,6% en Austria. Todos ellos porcentajes muy superiores al de España, que apenas supera el 15%, según fuentes del INE.
Una de las dificultades que encuentro es la mentalidad en nuestro país. Hay muchos sectores y ocupaciones donde el teletrabajo podría suponer una opción para un alto porcentaje de la plantilla. Sectores como la banca, servicios profesionales, administrativos y contables, seguros, etc., son buenos candidatos para esta forma de trabajo, pero sorprendentemente solo un mínimo porcentaje sí aprovecha esta oportunidad cuando la empresa ofrece esta opción, por lo menos antes de la crisis sanitaria. Tampoco ayuda la cultura empresarial en nuestro país, basada principalmente en la “presencialidad” y el control directo del trabajador por parte de los mandos medios y directivos.
Sin embargo, el “imperio de las circunstancias” ha cambiado mucho la situación, y los tímidos intentos anteriores de ponerlo en marcha, pero que no acababan de encontrar sitio, se han visto superados por la situación condicionada por la pandemia, y esto ha sido un experimento que puede llegar a formar parte de nuestra realidad en muchas compañías.
Después de varios meses haciendo teletrabajo, las ventajas apreciadas por los trabajadores y empresas son muchas:
- Permite mayor flexibilidad horaria y reduce el estrés.
- Mayor conciliación familiar y laboral.
- Disminución del absentismo.
- Ahorro de tiempo y costes en los desplazamientos.
- Reducción de la contaminación.
- Menores costes para la empresa (espacios, logistica, etc.).
- Mayor productividad.
Las desventajas podrían venir por la sensación de aislamiento del trabajador, reducción de las relaciones interpersonales, ausencia de espacios adecuados en la casa para trabajar, dificultades para desconectar del trabajo, inversión en herramientas de comunicación, entre otras.
Para que el teletrabajo en España pueda ser una alternativa eficaz habrá que acometer cambios tanto a nivel politico como empresarial. Es necesaria una normativa que establezca unas obligaciones por parte de la empresa y trabajadores, y la prevención de riesgos laborales de estos. También es necesaria una transformación hacia la digitalización y desarrollo de herramientas (soporte técnico, equipos informáticos, medios de comunicación, software de seguridad, etc.).
Lo que es claro es que frente a los cambios sociales es necesario dar respuestas nuevas, y las circunstancias son las que deciden muchas veces, obligando al ser humano a adaptarse para seguir adelante. Esto es lo que ocurre con el teletrabajo, que ha venido para quedarse, porque “ir contra la evolución de las cosas, es ir contra uno mismo”.
Blanca Albertos