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Los riesgos psicosociales están directamente relacionados con aspectos organizativos de la empresa, con los procedimientos y métodos de trabajo, con las relaciones entre los trabajadores, con el contenido del trabajo y con la realización de las tareas. Cuando estas condiciones son desfavorables pueden afectar a la salud del trabajador causando daño psicológico, físico o social, además de perjudicar al normal desarrollo de la actividad laboral.

Dentro de estos aspectos, las variables del entorno laboral que pueden afectar a los trabajadores psicológicamente son muchas, por citar solo algunas de ellas: 

Aunque cuando hablamos de riesgos psicosociales los más reconocidos son el estrés, el burnout (o síndrome de estar quemado) y el acoso, las consecuencias sobre las personas pueden ser además la depresión, ansiedad, actitudes negativas, bajo rendimiento en el trabajo o insatisfacción. Las consecuencias pueden ser incluso problemas de salud como dolores musculares, disfunciones gástricas o síntomas cardiovasculares y respiratorios.  

Las empresas, en cumplimiento con su obligación de evitar o disminuir los riesgos derivados del trabajo, se encuentran con varias dificultades a la hora de valorar este tipo de riesgos y proponer medidas correctoras: 

• En este campo no existen límites de exposición, ni en cuanto al tiempo ni a la concentración o dosis, como ocurre con los factores ambientales, tanto físicos como químicos o biológicos.  
• No hay una metodología única de evaluación ni criterios objetivos y legales para establecer prioridades. 
• Una deficiente sensibilización, falta de información y conocimiento sobre este tipo de factores de riesgo.

También existen en la sociedad actual una serie de creencias y formas organizativas que normalizan situaciones generadoras de desequilibrio. En muchas ocasiones se entiende que la sobrecarga es algo inherente al trabajo, que la competitividad creciente dentro de la empresa favorece la productividad, se asume la poca participación de los trabajadores en los procesos productivos y su falta de influencia en el ritmo y carga de trabajo, que los problemas de estrés son de carácter individual y dependen únicamente de las características personales del trabajador y que no se puede distinguir fácilmente la exposición en el ámbito laboral y las exposiciones extralaborales.

Sin embargo, los riesgos psicosociales no son menores. Numerosos estudios demuestran que la presencia de la mayoría de los factores de riesgo psicosocial ha aumentado en las empresas españolas, mientras que la incidencia de los factores ergonómicos, químicos, biológicos y de seguridad han disminuido.

Por lo tanto, habrá que abordar la prevención de riesgos para el bienestar psicosocial de una forma estructurada, y las intervenciones que se realicen tendrán que contar con la participación activa de los trabajadores para tener éxito.

Al igual que el marco de un cuadro, que establece los límites al color, da forma y contribuye a la estética de la obra, la actividad laboral necesita un marco que sirva para establecer la forma de trabajo, los métodos y los procedimientos. Y este marco cuanto más hecho a la medida de las personas y coherente con ellas, mejor.

Blanca Albertos de Ceano-Vivas