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Los que vivimos en la ciudad, y trabajamos en actividades que requieren su desarrollo en lugares cerrados como oficinas, colegios, bares, hospitales… pasamos una media entre el 80-90% del tiempo en lugares interiores contaminados en mayor o menor medida. 

¿Te has preguntado si la calidad del aire que estas respirando, es cuando menos aceptable? ¿En qué te afecta? ¿Qué factores intervienen en la calidad del aire interior que estas respirando? O ¿Si tenemos mecanismos de control y cuáles son?

Este problema se detectó hace ya muchos años. A raíz de la optimización del consumo energético, hacemos los edificios cada vez más estancos, afectando a la calidad del aire interior. Estudios recientes reflejan que las consecuencias para nuestro organismo de esto siguen ahí.

En general no nos damos cuenta de la calidad del aire interior, pero cuando empieza a haber un problema, solemos notar exceso de humedad, calor, malos olores; Y a tener síntomas leves o moderados relativos a dolores de cabeza, fatiga, irritación de ojos, problemas respiratorios, resfriados frecuentes y alergias entre otros, pudiendo llegar a darse enfermedades graves como la conocida legionela.

Entre los factores que afectan de forma directa están el tipo de instalación para la climatización, la ventilación y la calidad del aire exterior. Pero también la toxicidad que aportan la elección de los materiales de construcción, las pinturas de paredes y techos, el tipo de suelo, las impresoras y mobiliario, los productos químicos; La decoración, el tipo de plantas de interior, alfombras, moquetas; o los “aparatos” electromagnéticos, ordenadores, tablets router, móviles etc. 

En la construcción de edificios y locales, en lo referente a la ventilación hay dos normativas que lo regulan. El HS3 del código técnico de la edificación y el RITE (Reglamento de Instalaciones térmicas en los Edificios).

Dentro de una de las Instrucciones Técnicas (IT) del RITE, habla de la calidad del aire interior. Especificando que se deberá disponer de un sistema de ventilación para el aporte de aire exterior, que evite la formación de elevadas concentraciones de contaminantes. (IT 1.1.4).

Los principales mecanismos que utilizamos para afrontar este problema se basan en la medición y el control de: La calidad del aire; El foco de contaminación; Las deficiencias en la ventilación; La limpieza del aire; y la exposición de los ocupantes del edificio.

Es un problema complejo de atajar, en el que influyen, por un lado, la variedad de factores implicados y por otro la necesidad de ampliar la legislación específica sobre calidad del aire interior. Tenemos el reto de conseguir y mantener edificios saludables. 

Carmen Panadero